(A petición de mis lector@s)
... Un breve inicio.
Gracias.
Aquellas Ninfas,
objetivos de sátiros lujuriosos.
Bela, de ojos estrepitosos y piel de marfil,
su lacia melena roja alcanzaba infinidades
de lunares transparentes
al borde de su cintura.
Isa, tan rubia como el sol,
de largas y torneadas piernas que jamás tocaban
la tierra , la tierra a la que le servían.
sus pestañas parecían con vida...
Séquito de Artemisa, la cazadora…
Intensas amantes silenciosas y estrepitosas,
soñadoras y jóvenes…
Deseosas,
de la carne y el jadeo,
de las risas y el sudor,
del vino añejo…
Del hombre, de aquel hombre
sin nombre.
Lo perseguían desde hace meses,
lo vigilaban,
lo apresuraban,
pero jamás lo asustaban…
¿Quién era ese?
Que arrancaba y helaba la sangre
de sus venas inexistentes,
adictas de su olor.
No importó,
cuando en aquella vereda
danzaban desnudas
y sus melenas se volvían medusas,
se amaban.
El viajero, casi no podía distinguir
las manos de aquel espejismo,
se acariciaban, se lamían,
se encontraban y se hurgaban.
Como si no advirtieran su presencia,
Pero lo miraban, él sabía que lo miraban,
mientras se recorrían, se devoraban,
se exploraban…
Caderas al viento,
cuellos de cisnes expuestos,
transparentes o quizas verdes no lograba distiguir,
parecian pescados, o sirenas, sirenas sin colas
…. Parecían... Parecían pecadoras.
El hombre, sabía que aquello era una trampa…
Una trampa mortal
… ¿O tal vez inmortal?
Una trampa que ya no podia evitar…
El era un cazador,
se sintió prensa,
indefenso,
de aquellas perturbantes respiraciones,
en el borde de sus orejas,
aunque no lograba establecer
cuántos metros le distanciaban…
Viajero de la vida,
¿Qué podría perder?…
Entre aquellas fantasmas, que se reían,
en cada paso.
en cada miseria,
de su lento transitar…
Se rindió,
cerró los ojos
y alzó los brazos.
Dejó caer la pesada mochila,
su hora había llegado e iría al infierno ¿O al cielo?
Con una breve sonrisa…
O una atronadora carcajada.
-Era su día de suerte-
Aquel Trío,
fantasía de cualquier hombre,
pero esta no era su fantasía,
era la de aquellas endemoniadas Ninfas
de grandes pechos,
y rostros angelicales…
A jirones arrebataron sus prendas
¿Serían?...¿Qué serían?
Se dejaba llevar entre ráfagas de furia
y placer,
ardía entre pieles y muslos,
y manos y brazos y senos y torsos y espaldas y lenguas... Y
lo usaban… El viajero…
Se dejaba usar.
Tiró de las melenas
de aquellos seres fluorescentes,
inclinadas antes sus rodillas
las dejó hacer...
-Mientras moría-
Cazadoras, se han equivocado de presa (susurró)
Han atrapado un mortal
-No me liberen….-
***
…. Y mi mente,
Y la tuya…
Comenzaron a volar.
María Teresa Otero.
10:20pm